– Alojamientos «Castillo de San Felipe» y «El Polvorín»: Un Tributo a la Historia del Puerto de la Cruz –

Nuestros alojamientos vacacionales «Castillo de San Felipe» y «El Polvorín», inaugurados en el año 2024, han sido cuidadosamente nombrados en honor a dos monumentos icónicos del Puerto de la Cruz, con la intención de conectar la experiencia de nuestros huéspedes con la rica herencia histórica de la ciudad.
El Castillo de San Felipe es una fortaleza construida en el siglo XVII para defender la costa de ataques piratas, representando durante siglos la fuerza y protección del Puerto de la Cruz. Inspirados por este símbolo de seguridad, hemos llamado «Castillo de San Felipe» a uno de nuestros alojamientos, un lugar donde podrás disfrutar de una estancia tranquila, segura y con todo el confort que necesitas para descansar.
El Polvorín, por su parte, fue el lugar donde se almacenaban las municiones para la defensa del castillo, siendo una pieza clave en la resistencia y preservación de la ciudad. Este lugar, lleno de historia, ha dado nombre a nuestro segundo apartamento, «El Polvorín», un espacio que invita a recargar energías y disfrutar de la vitalidad que caracteriza al Puerto de la Cruz.
Al igual que estos dos monumentos están conectados por su valor estratégico e histórico, nuestros alojamientos también están pensados para ofrecer una experiencia que combina comodidad, historia y la esencia de Puerto de la Cruz. Te invitamos a sumergirte en la tradición y belleza de la ciudad, disfrutando de un alojamiento que rinde homenaje a su pasado mientras te ofrece todas las comodidades del presente.


– Historia del Castillo de San Felipe –

Castillo de San Felipe, en el Puerto de la Cruz

El Castillo de San Felipe es una de las estructuras defensivas más emblemáticas de la localidad de Puerto de la Cruz, en la isla de Tenerife (Islas Canarias). Su historia está vinculada a la protección de la costa tinerfeña durante el período en que las islas eran vulnerables a los ataques piratas y otras amenazas provenientes del mar.
Orígenes y construcción
El Castillo de San Felipe fue construido entre 1641 y 1655, en respuesta a las preocupaciones de seguridad de la época, ya que Tenerife, al igual que otras islas canarias, sufría incursiones piratas y ataques de fuerzas extranjeras. En aquellos años, la Corona española, consciente de la importancia estratégica de las islas, decidió reforzar las defensas en distintos puntos clave del archipiélago.
Ubicado cerca de la desembocadura de un barranco y del litoral, el castillo fue diseñado como una fortificación de pequeño tamaño y estructura sencilla, pero efectiva para la defensa. Su planta es cuadrada, con paredes de gruesa piedra volcánica oscura, típica de la región, lo que le otorga un aspecto robusto y austero. Originalmente, estaba equipado con cañones que podían repeler ataques por mar.
Función defensiva
A lo largo de su historia, el Castillo de San Felipe jugó un papel importante en la defensa de Puerto de la Cruz, que en aquel entonces era un puerto clave para el comercio y la pesca. Su posición estratégica le permitía vigilar posibles incursiones y proteger tanto el puerto como las aldeas cercanas.
A pesar de su tamaño modesto, cumplió su función como parte de la red de torres y fortificaciones que defendían las islas Canarias de las invasiones extranjeras. Con el paso del tiempo, especialmente tras el siglo XIX, la amenaza de ataques piratas disminuyó y el castillo fue perdiendo su relevancia militar.
Uso contemporáneo y restauración
En el siglo XX, el Castillo de San Felipe fue restaurado y declarado Bien de Interés Cultural. Ya no tiene un uso militar, sino que se ha convertido en un importante espacio cultural para el municipio. En su interior se celebran exposiciones de arte, conciertos y eventos culturales, lo que ha revitalizado su papel en la comunidad.
A día de hoy, el Castillo de San Felipe sigue siendo un lugar de gran interés histórico y cultural en Tenerife, recordando su pasado defensivo y sirviendo como un importante atractivo turístico en Puerto de la Cruz.
Características arquitectónicas
Material de construcción: Piedra volcánica oscura.
Planta: Cuadrada.
Funciones actuales: Espacio cultural (exposiciones, conciertos).
Ubicación: Próximo al litoral, con vistas al océano.
El castillo, aunque pequeño en comparación con otras fortificaciones, sigue siendo un símbolo de la rica historia militar de Tenerife y de la importancia estratégica de las Islas Canarias a lo largo de los siglos.


– Historia de El Polvorín –

El Polvorín, en el Puerto de la Cruz

El Polvorín del Puerto de la Cruz es una estructura histórica que, aunque menos conocida que el Castillo de San Felipe, también forma parte del patrimonio militar y arquitectónico del municipio. Su historia está vinculada al uso defensivo del Puerto de la Cruz y a las necesidades estratégicas de la isla de Tenerife durante los siglos pasados, en particular durante los tiempos en que la amenaza de ataques piratas y otras incursiones extranjeras era una preocupación constante para las autoridades locales.
Origen y función
El polvorín era una instalación destinada al almacenamiento de pólvora y municiones para la artillería y los cañones que defendían la costa. Se construyó como un almacén militar seguro, alejado del núcleo urbano, para evitar accidentes o explosiones que pudieran poner en peligro a la población.
Al estar el Puerto de la Cruz estratégicamente ubicado, y dada la importancia de las defensas costeras, era fundamental contar con instalaciones como este polvorín. La pólvora y las municiones almacenadas allí eran suministradas a las fortificaciones cercanas, como el Castillo de San Felipe, en momentos de necesidad. Tener un polvorín cercano permitía un acceso rápido a los recursos militares, esenciales para la defensa de la ciudad y su puerto.
Arquitectura y ubicación
El Polvorín del Puerto de la Cruz es una construcción de planta rectangular, con paredes gruesas de piedra volcánica, similares a otras construcciones defensivas de la época en Tenerife. Las características arquitectónicas del edificio fueron diseñadas específicamente para mantener la pólvora en condiciones estables, aisladas de la humedad y del riesgo de incendio. Además, su estructura estaba diseñada para minimizar el impacto de una posible explosión, por lo que se ubicaba a una distancia prudente de las zonas más pobladas.
Aunque no es una edificación monumental, el polvorín tiene una importancia estratégica dentro del sistema de defensa de la región.
Historia reciente y uso actual
Con el paso del tiempo y la disminución de las amenazas militares externas a la isla, el Polvorín fue perdiendo su función original, quedando en desuso como instalación militar. Al igual que el Castillo de San Felipe, la relevancia de este tipo de edificaciones decayó conforme Tenerife se fue integrando en un contexto geopolítico más seguro.
En épocas recientes, el polvorín ha sido objeto de interés histórico y cultural. Aunque no tiene un uso cultural tan prominente como el Castillo de San Felipe, ha sido reconocido como parte del patrimonio del Puerto de la Cruz. Se han realizado esfuerzos por preservar su estructura y convertirlo en un testimonio del pasado militar de la ciudad.
Hoy en día, el Polvorín del Puerto de la Cruz es considerado un Bien de Interés Cultural y forma parte de las rutas turísticas históricas de la ciudad, contribuyendo a preservar la memoria de las antiguas defensas del Puerto de la Cruz y su papel en la historia de la isla.
Importancia en el contexto local
El polvorín es una pieza clave para entender el sistema defensivo que existía en Tenerife en los siglos XVII y XVIII. Aunque de menor tamaño que otras estructuras, su función era vital para la logística militar, proporcionando la munición necesaria para repeler posibles ataques. Además, representa la vida cotidiana de las guarniciones y de la defensa insular en tiempos de inseguridad en las costas canarias.
Conclusión
El Polvorín del Puerto de la Cruz es un recordatorio de la historia militar del municipio y de cómo la ciudad estaba preparada para enfrentar las amenazas del mar. Aunque no es tan conocido ni visitado como el Castillo de San Felipe, es una parte integral del patrimonio militar de Tenerife.

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